domingo, octubre 08, 2006

Voy a cumplir años.

Pronto voy a cumplir años: cincuentaicuatro y cuatro en el agujero negro del paro. Y me refiero a esta singularidad porque es esto lo que es el paro para los que superamos cierta edad: un agujero negro del que nada de lo que entra puede volver a salir. Ni siquiera la luz. Y si, a pesar de todo, uno quiere salir, es peor. Como Sísifo, cada vez que lo intenta, acaba machacado una y otra vez por este enorme peso que arrastra, los años. Es mejor no dejarse seducir por los engañosos cantos de las muchas sirenas que susurran falsas esperanzas porque la mayoría son harpías carroñeras que quieren aprovecharse de la desesperación para alimentarse de los cadaveres sin dar nada a cambio. Y las que no están interesadas en devorar carcasas de parados (o sea las que teóricamente están allí para "ayudar", tales como INEM y similares) sólo buscan entretenerlos para que no den ruido y así darles la ilusión de que están haciendo algo para callar su mala conciencia.

Todo esto explica mi "nick". Lo de Viejo es evidente. Aunque yo no me vea así, el "mundo laboral" sí que lo hace y éste es el que cuenta. Mi montaña es la de Sísifo aunque a la inversa, o sea un cuenco cuyo borde es el horizonte de evento de una singularidad de la que nada puede salir, el paro. Y mi bola son esos años de vida y experiencia que, a pesar de no pesarme a mí, sí que me impiden salir de este agujero negro. Pero la irreversabilidad evidente de mi condición de parado no implica que yo la acepte. Al contrario, seguiré rebelándome hasta mi muerte contra esta injusticia, aunque mi lucha sea en vano. Como un Hasani Sabbah armado de palabras en vez de cuchillos. Pero con palabras más afiladas que las dagas de las asesinos.

Porque hay que seguir viviendo, cosa extremadamente complicada estando parado y sin esperanza en un mundo en el que eres una mierda si no tienes curro. De allí este blog. Quiero compartir mi demasiado larga experiencia en este trance con los que también lo sufren. Especialmente mis errores que son de los que más se aprende y de los que más he tenido. Pero que nadie busque aquí cantos de sirenas que hagan renacer su ilusión para que su siguiente caída sea mas estrepitosa. Al contrario quiero mostrar la cruda realidad y enseñar las harpías carroñeras que se esconden detrás de esas ilusiones. No voy a ayudar a nadie a obtener un trabajo que yo no puedo encontrar. Pero aceptar la realidad no significa resignarse y es necesario para poder cambiarla o adaptarse.

¿Y esto cómo se hace?

Pues es lo que intento averiguar y donde todos pueden ayudar. Para cambiarla se me ocurren cosas como leyes que impidan la discriminación negativa que sufrimos los mayores a la hora de contratarnos. Y para adaptarse cosas como buscarse la vida con actividades diferentes al trabajo legal que nos está vetado. Sobre esos temas quiero escribir en este "blog" y me gustaría recibir comentarios.


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El Viejo de la Montaña